Tengo ganas de vomitar por vivir con nervios. Tengo sueños donde me persiguen porque nunca fui valiente. Tengo historias en mi mente que jamás pasaron porque el día a día se me hace inllevable. Tengo lágrimas que me paso estrangulando por no poder hablar alto cuando las cosas salen mal. Tengo sueño todo el día por no poder decidirme entre la muerte y la vida. Tengo resfriados por preferir salir antes que entrar a un lugar donde no quierto estar.
Las uñas mordidas y el pelo descuidado porque jamás me importo dar una buena primera impresión. Asi como nunca doy bien el primer exámen del año. Asi como me ausento de los lugares donde me da miedo estar, con la esperanza de que posponerlo me vaya a dar el tiempo necesario para cobrar fuerzas.
Hay algo adentro que jamás fue dicho y no me gusta pensar. Hay algo que va mas allá de mis metas pero influye en todas ellas.
Estoy aterrada de temer a lo que no debo temer. Y lo peor es cuando el miedo se vuelve realidad. Cuando es el Miedo verdaderamente el que te mantiene y no la Vida. La Vida y el Miedo. Vivir con miedo lleva a destrucción, y el miedo a vivir lleva a la crisis.
En conclusión, no hay lugar para el miedo en la ecuación.